Ara fa més de 45 anys es demanava, des de la secció Cartas a "La Vanguardia" i amb el títol de "La obra del templo de la Sagrada Familia", que les obres del temple no continuessin. Signaven la carta un munt de gent amb gran coneixement: arquitectes, artistes, gent de cultura... entre ells sorprèn Josep Maria Subirachs.
Són interessants els arguments apuntats que ens haurien de fer pensar una mica.
"Sr. Director de LA VANGUARDIA
Muy señor nuestro:
Le rogamos que dé cabida en las páginas del periódico de su digna dirección a la siguiente carta, por lo cual le expresamos nuestra gratitud anticipada.
El templo de la Sagrada Familia fue iniciado el 19 de marzo de 1882, y desde hace muchos años permanece inacabado, con una obra a un ritmo lentísimo, prácticamente interrumpido. Periódicamente alguien nos recuerda el deber que tenemos de colaborar a su terminación y un sector importante de público considera la Sagrada Familia como una empresa en la que estamos comprometidos todos y cuyo abandono es una vergüenza colectiva. Se ha dedicado un día especial a recordárnoslo y a recaudar fondos para la continuación de las obras. Este día está próximo y como muchas personas participarán en la colecta convencidos de colaborar en una obra religiosa, ciudadana y artística, y como nosotros estamos convencidos de que esta labor no sólo no es positiva, sino que es contraproducente, creamos un deber exponer nuestros puntos de vista.
1º La catedral tenía como uno de sus fines agrupar a todos los habitantes de la ciudad en las grandes celebraciones religiosas; en las ciudades de hoy un enorme templo monumental no tiene sentido.
No se trata ya de construir un gran templo para toda la ciudad, que debería tener cabida para casi dos millones de habitantes, sino de construir múltiples parroquias. El urbanismo tiende en todos los campos á esta descentralización en barrios y la Iglesia que, por razones pastorales, se esfuerza en apoyarse precisamente en las entidades urbanas reales, tiende a vitalizar las parroquias como núcleos de evangelización. Tampoco para las grandes concentraciones religiosas —como lo fue el Congreso Eucarístico—tendría utilidad un templo como la Sagrada Familia; se requeriría un espacio abierto o un vastísimo espacio cubierto de características muy distintas a las del templo ideado por Gaudí. Creemos, por tanto, que la continuación de un templo dentro de esta línea es un error social y urbanístico.
2º Puede considerarse a la Sagrada Familia, desde el punto de vista de un monumento expiatorio. En este caso el templo vendría a centrar y a simbolizar el fervor expiatorio de todo un pueblo. Pero no creemos que exista este sentimiento popular, ni que nadie se sienta vinculado de veras a esta empresa colectiva de expiación. La generación de hoy no comprende que una necesidad de expiación tenga que concretarse precisamente en la construcción de un templo que costaría millones.
3º. Aunque no hubiera justificaciones sociales ni urbanísticas ni pastorales para terminar el templo, podría haber otra razón. La Sagrada Familia es obra de Gaudí y tiene un valor artístico. Olvidemos por un momento que el valor artístico de un edificio no puede desvincularse de su justificación social. Es una obra de Gaudí, es una obra de arte, y hay quien quiere verla terminada.
Ahora bien, ¿es posible terminar un edificio? A nadie se le ocurriría terminar un cuadro o una escultura, pero un edificio ¿se puede terminar sin el arquitecto que lo concibió? Quizá sería posible si existieran planos detalladísimos, si el edificio estuviese resuelto sobre el papel en todos sus puntos. Pero Gaudí tenía de la arquitectura un concepto tan vivo que creaba su obra diariamente a impulsos desordenados, con unos planos previos que servían apenas de pauta. En Gaudí hay un aspecto pictórico y escultórico que es esencial y este aspecto sólo él lo podía realizar. Sin él, la obra queda falseada y disminuida. Pero, además, no disponemos de ningún proyecto, de ningún plano auténtico de Gaudí. Esta razón es concluyente y todas las anteriores parecen innecesarias. No se puede continuar la Sagrada Familia de Gaudí porque no existen planos; todo lo que se haga son improvisaciones. Nadie que respete de veras la obra gaudiniana puede colaborar a esta mixtificación.
Estas son nuestras razones. Urbanística y socialmente el gran templo es inoperante; para la acción pastoral en la ciudad se necesitan parroquias y no grandes templos; un gran templo expiatorio de todo un pueblo es una idea fuera de época —hoy el fervor de un pueblo se expresa en otras formas, y de no ser así, el templo estaría ya terminado—; terminar un edificio sin el arquitecto que lo ideó es muy difícil; pero sí se quiere terminar según su mismo proyecto y de este proyecto no quedan planos, es ya un intento lleno de vaguedades.
¿Qué hay que hacer, pues, con lo que tenemos construido? Esto se presta a una larga discusión. Las soluciones son muchas y muy diversas. Habría que estudiarlas y elegir la mejor. Lo único seguro es que lo que ahora se está haciendo es un error, y lo único urgente es terminar cuanto antes con este error. Tiempo habrá luego para estudiar soluciones, desde convertir la actual explanada en un templo al aire libre, dejando la fachada y el ábside como un monumental retablo, hasta continuar la construcción adaptando los principios gaudinistas a las técnicas y necesidades modernas.
Reciba un atento saludo de
Antoni de Moragas, decano del Colegio de Arquitectos.
Antoni Serrahima, presidente del FAD.
Roberto Terradas, director de la Escuela de Arquitectura.
Estudiantes de la E.T.S. de Arquitectura.
Nikolaus Pevsner, director de «Architectural Reviews».
Gio Ponti, director de «Domus».
Bruno Zevi, director de «L'architettura».
Ernesto N. Rogers, director de «Casabella».
Vittorlo Gregotti, director de «Edilizia Moderna».
M. Capelladas, O. P., director de «Art Sacré»,
Carlos de Miguel, director de «Arquitectura».
Asís Viladevall, director de «Cuadernos de Arquitectura».
Le Corbusier, Ludovico Quaroni, Paolo Portoghesi, Ludovlco Belgiolso, J. A. Coderch, Manuel Valls, N.Rubio Tudurí, Antoni Bonet, Oriol Bohigas, J. M. Martorell, David Mackay, Federico Correa, Alfonso Milà, Joaquim Gili, Francesc Bassó, Vicens Bonet, Ricardo Bofill, Enric Toui, J. M. Fargas, Xavier Subías, J. M. Sastres, Josep Pratmarsó, A. Fernández Alba, R. V. Molesún, J. A. Corrales, Jesús Bosch, Javier Feduchi, J. L. Pico, C. Ortíz Echagüe, Ignacio Araujo, arquitectos.
Pere M. Busquets, O.S.B., Miguel Estradé, O. S. B., Evangelista Vilanova.
O.S.B., A. Borras, Ricard Pedrals, presbítero; Frederic Bassó, presbítero; Joan E. Jarque, presbítero; J. Alemany, presbítero; Joan Ferrando, presbítero; Casimir Marti, presbítero; Josep Bigordá, presbítero; M. Prats, presbítero; Jordi Bertrán, presbítero; Josep Hortet, presbítero; Pere Tena, presbítero.
Joan Miró, Antoni Tapies, J. Llorens Artigas, A. Ráfols Casamada, Todó, Marcel Martí, Hernández Pijoan, Subirachs, Antoni Cumella, Cesc, Oriol Maspons, Julio Ubiña, Leopold Pomés, Xavier Miserachs, André Ricard, Rafael Marquina, Jordi Fornas, Miguel Milá, Joan Gaspar, Miquel Gaspar, Manuel Dicenta, Román Gubern, Joan Prats, Oriol Martorell, J. M. Mestres Quadreny.
Roberto Pane, Gillo Dorfles, Giullo Carlo Argan, Sibyl Moholy-Nagy,
Alexandre Cirici, Camilo J. Cela, R. Santos Torroella, J. M. Valverde, A. Badia Margarit, Joan Teixidor, Joan Oliver, Joan Perucho, Salvador Espriu, Carles Soldevila, Carlos Barral, J. Gil de Biedma, J. M. Espinas, Joan Brossa, María Martinell, Lluisa Calvet, Pere Vegué, J. Gich.
1 comentari:
Edició del dissabte, 09 de gener de 1965.
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